Algunos países ya experimentan con tratamientos cannábicos para combatir la pandemia, mientras que otros han visto en la producción de marihuana una oportunidad económica para enfrentar la crisis.
José Luis Martínez Limón
Un tratamiento hecho con cannabis que podría ayudar en la batalla contra la COVID-19 se desarrolla en Canadá. La empresa biofarmacéutica Avicanna en conjunto con la Universidad de Toronto han recibido la beca Mitacs que otorga el gobierno canadiense para crear un tratamiento que utiliza los cannabinoides de la marihuana para combatir la inflamación pulmonar causada por la COVID-19.
Hasta julio de 2020, el número de infectados por COVID a nivel mundial sobrepasa los 11 millones, mientras que el número de fallecidos ya superó los 500 mil. Sumado a esto, las medidas de confinamiento para ralentizar el contagio han causado la peor crisis económica mundial desde 1870, de acuerdo con el Banco Mundial. Con el número de contagios todavía en aumento y noticias sobre nuevos brotes en lugares donde el virus había sido controlado, algunos países han optado por experimentar con diferentes tratamientos que ayuden a combatir la pandemia, mientras que otros han visto en la producción de cannabis una ventana de oportunidad económica para enfrentar la crisis.
Al momento de la redacción de este artículo, tres vacunas —dos producidas por el estado Chino y una más por la universidad de Oxford— se encuentran en la fase final de pruebas. Sin embargo, en la carrera por encontrar una cura, se han hecho pruebas con Ivermectina, así como análisis a pangolines, murciélagos y alpacas en busca de una cura. Dentro de esta trinchera científica que busca vencer al virus fue que Avicanna —una empresa farmacéutica enfocada en el desarrollo, manufactura y comercialización de productos basados en cannabinoides— surgió con la idea de utilizar cannabis para tratar la inflamación pulmonar en pacientes de COVID:
“La experiencia combinada de Avicanna y CARG [el grupo de investigación de la doctora Christine Allen, profesora de la universidad de Toronto] acelerarán el desarrollo de una avanzada fórmula farmacéutica de cannabinoides tanto en su desarrollo clínico como en su ruta al mercado. El proyecto busca desarrollar una fórmula de cannabinoides que ayude en el tratamiento de la de la inflamación pulmonar en pacientes con síntomas severos de COVID-19”, declaró Avicanna a través de un comunicado de prensa a finales de junio.
En octubre de 2018 Canadá se convirtió en el segundo país, después de Uruguay, en legalizar la marihuana con fines recreativos. Si bien el cannabis medicinal es legal en ese país desde 2001, las recientes regulaciones contemplan la solicitud de licencias para realizar investigación científica y médica en torno a la marihuana y sus derivados.
“Me complace utilizar nuestro conocimiento y experiencia en la investigación de cannabinoides y la formulación de drogas para mitigar el sufrimiento de pacientes con síntomas severos de COVID-19”, comentó la doctora Allen con relación a la colaboración entre Avicanna y la Universidad de Toronto.
El cannabis ha demostrado tener efectos positivos en el tratamiento de enfermedades respiratorias como el asma. Esto se debe a que el cannabidiol, un cannabinoide con efectos analgésicos pero no psicoactivas, tiene propiedades antiinflamatorias y antiespasmódicas. De acuerdo con el CEO de Avicanna, Aras Azadian, el proyecto está enfocado en identificar la proporción adecuada de cannabinoides naturales que deben ser administrados a los pulmones de los pacientes para apoyar en el tratamiento contra el coronavirus, además de otras enfermedades que causan inflamación pulmonar.
Aunque el proyecto de Avicanna se enfoca en tratar la inflamación causada por el COVID, y no en erradicarlo, otro grupo de investigadores canadienses ya experimenta con la posibilidad de prevenir la COVID 19 a partir de una cepa específica de marihuana. Los investigadores Olga e Igor Kovalchuck llevan años desarrollando y probando cepas específicas para crear una que les ayude a combatir el cáncer y la inflamación; cuando llegó la pandemia, decidieron enfocar sus estudios en combatir la COVID-19
“Al igual que otros patógenos respiratorios, SARS-CoV2 se transmite por gotas respiratorias, con potencial de contagio por aerosol o por contacto. Utiliza una entrada mediada por un receptor hacia el huésped humano a través de la conversión de angiotensina de la enzima II (ACE2) que se expresa en el tejido pulmonar, al igual que en mucosa oral y nasal, los riñones, testículos y tracto gastrointestinal”, se puede leer en el estudio. “Modular los niveles de ACE2 en estos tejidos de entrada podría ser una estrategia plausible para disminuir la susceptibilidad a la enfermedad”.
En otras palabras, la investigación de los Kovalchuck se enfoca en los receptores ACE2, que funcionan como puerta de entrada para el virus. La cepa que buscan estos investigadores reduciría el nivel de expresión genética de los receptores ACE2, para reducir las posibilidades de que el virus entre al organismo.
“Trabajando bajo la licencia de investigación del departamento de Salud de Canadá, hemos desarrollado más de 800 cepas y extractos de cannabis sativa y hemos hipotetizado que los extractos altos en CBD pueden modular la expresión del receptor ACE2 en los tejidos que ataca la COVID-19”, menciona el estudio.
Pero Canadá no es el único país que investiga las propiedades del cannabis para combatir el coronavirus. Al igual que en Canadá, las leyes sobre cannabis en Israel permiten la investigación médica y científica en torno al cannabis y sus propiedades. Desde mayo, en el hospital Ichilov de Tel Aviv comenzaron a realizar pruebas con cannabidiol (CBD) en pacientes con síntomas moderados de COVID. Hasta ahora todos estos estudios se encuentran en fases de prueba, pero además de un ejemplo de los alcances que puede tener una correcta legislación de la investigación cannábica, estas propuestas podrían ofrecer una solución tangible para evitar la propagación y tratar el coronavirus.
Curar la economía
Si bien el foco mediático de la pandemia se centra en el número de personas infectadas y muertas, los estragos económicos causado por el aislamiento social se hacen más notorios con el tiempo: desempleo, deuda, baja productividad, personas perdiendo sus hogares y negocios que cierran día con día. Al igual que ocurre con la salud, algunos gobiernos han buscado en el cannabis una vía para sanar las dinámicas sociales y económicas que fueron afectadas por la pandemia y las respectivas medidas de confinamiento.
El ejemplo más cercano pudo observarse a finales de abril, cuando el gobierno de Líbano legalizó el cultivo de cannabis con fines medicinales con el objetivo de impulsar la economía del país. La decisión del parlamento fue “realmente motivada por motivos económicos, nada más” dijo para Reuters el ministro Alain Aoun. “Tenemos reservas morales y sociales, pero la necesidad hoy es ayudar a la economía por cualquier medio”.
Por su parte, el presidente de Costa Rica, Carlos Alvarado, anunció a principios de mayo un plan para la reactivación de la economía basada en la producción de cáñamo. “Impulsaremos el cultivo del cáñamo para reactivar el sector productivo, con todas las garantías y seguridad del caso. Usaremos todo el prestigio derivado del país en ciencias de la vida y turismo para despegar de nuevo en todas las regiones”, declaró.
A pesar de que la tendencia mundial tiende hacia la regulación de la marihuana, pocos países cuentan con normativas sólidas para llevar a cabo investigaciones científicas que permitan aprovechar las propiedades únicas del cannabis. A corto plazo, las investigaciones mencionadas podrían proporcionar un tratamiento y un medicamento preventivo para enfrentar esta pandemia sin precedentes. Grandes crisis necesitan grandes soluciones, y puede que las que ahora son vistas como respuestas innovadoras o fuera de lo común obtengan resultados tales que incentiven a incorporar la marihuana como una opción viable para procurar la salud y un modelo económico sustentable.
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