Por José Luis Martínez Limón y Carlos Illán

La combustión es cosa del pasado. Como especie hemos llegado al punto en que no dependemos del fuego para calentar nuestros hogares, nuestra comida ni nuestras drogas. Tomó algunos de miles de años, pero finalmente hemos desarrollado métodos de consumo que divergen de aquellos murales mayas con pipas ceremoniales y los temazcales de yerbas psicoactivas. La vaporización es lo que hacemos ahora: Elevar la temperatura de una sustancia hasta un punto en el que se logra extraer sus principios activos sin llegar a producir una combustión. Esto, además de evitar que invoquemos al dios fuego para unos pipazos, sustituye la generación de humo por vapor, y por lo tanto reduce la cantidad de toxinas que inhalamos.

Inventada a principios de milenio, la vaporización y los cigarrillos electrónicos surgieron como una alternativa menos dañina a los cigarros de tabaco. En pocas palabras, consiste en extraer los componentes activos del tabaco, como la nicotina, para crear una solución que se calienta y vaporiza a través de métodos que evitan la combustión. Sin embargo, a raíz de la marea cannábica que inundó el siglo 21 con destellos de regulación a lo ancho del globo, lo que comenzó como una tecnología enfocada en el tabaco evolucionó para hacer simbiosis con la industria emergente más relevante de la actualidad: La pacheca.

Hoy existen vaporizadores de todos tamaños, funciones y colores.

El resultado de este choque se aprecia como una industria compleja e hiperespecializada que ofrece a los usuarios de cannabis una variedad exponencial de vaporizadores para todas las personalidades de marihuana y todas las cepas de consumidores. Desde volcanes de oro para lucir en el centro de tu sala hasta pequeñas plumas con cámaras de cerámica o cuarzo para consumir discretamente durante un viaje familiar o una cena de negocios: existen vaporizadores de todos tamaños, funciones, precios y colores. Por esta razón, y por tratarse de una industria relativamente nueva, hay poca información certera y muchos mitos que dejan al usuario frente a una oferta desmedida de productos que no siempre cumplen los estándares mínimos de calidad e incluso pueden poner en riesgo a los consumidores. A continuación presentamos la Guía de Vaporización de Vapotlán, para usuarios de cannabis que buscan mejorar su experiencia de consumo y reducir los riesgos y daños asociados a la ingesta de marihuana.

Vaporización como método de administración

A diferencia de la vía de administración (que se entiende por el lugar a través del cual un principio activo entra en el cuerpo para llegar al torrente sanguíneo y obtener el efecto deseado), el método de administración es la forma en la que se prepara la sustancia para facilitar la absorción por la vía deseada. Así, la vía de administración puede ser pulmonar (inhalada por los pulmones), mientras que el método puede ser fumada o vaporizada.

El cannabis puede ser consumido por medio de diferentes vías y métodos de administración. Sin embargo, los estudios alrededor de esta planta han encontrado que, incluso tratándose de los mismos componentes, tanto el efecto deseado como los efectos secundarios varían dependiendo la forma en que es consumido. De esta manera, en repetidas ocasiones se ha demostrado que la vaporización produce menos daños al usuario que la combustión. Pero al tomar en cuenta otras vías, como la oral y la cutánea, la realidad es que más allá de mejores o peores vías de administración, cada una posee ventajas y desventajas sobre sus alternativas.


Al vaporizar, se evitan las toxinas derivadas de la combustión.

Por ejemplo, aunque consumir cannabis de forma oral produce un efecto duradero y reduce la producción de toxinas; al cocinarlo o hacer una infusión la temperatura, los tiempos de cocción y otros factores afectan notablemente a la concentración de compuestos como THC o CBD. Por otro lado, la aplicación cutánea tiene un efecto local y no llega a alcanzar el torrente sanguíneo, por lo que no afecta al sistema nervioso central. Finalmente, la vía inhalada tiene efecto inmediato debido al rápido paso a la sangre. Adicionalmente, si el método es por vaporización ya sea de hierba o de wax/concentrado, se evitan las toxinas derivadas de la combustión y se mejora el rendimiento.

Al consumir cannabis por vía inhalada, la mayor parte de la toxicidad reside en el humo, ya que al quemar cualquier planta se producen alquitranes, monóxido de carbono, hidrocarburos polinucleares que resultan ser cancerígenos y otros compuestos tóxicos. Pero no solo se trata de compuestos gaseosos, sino también partículas sólidas que se adhieren a los pulmones y que pueden reducir la capacidad pulmonar. Por otro lado, una correcta vaporización, con materiales de calidad y a temperaturas adecuadas, logra extraer los compuestos activos del cannabis sin producir aquellas toxinas inherentes a la combustión.

De acuerdo con la doctora Silvia Allende, investigadora del Instituto Nacional de Cancerología y quien llevó a cabo un protocolo de investigación con cannabis en 2012, lo que se busca al analizar distintas dosis y vías de administración con el cannabis es que produzca efectos benéficos con mínimos efectos secundarios. Durante su investigación, la doctora Allende administró a pacientes con cáncer en estado avanzado diferentes dosis de un fármaco llamado Sativex —el único medicamento cannábico con permiso de la Food and Drug Administration estadounidense— para estudiar los efectos que tenía en el dolor, la ansiedad, náusea y sueño. Los resultados de su estudio arrojaron que aquellos pacientes a quienes se administró cannabis sufrieron menos dolor de tipo neuropático (que afecta al sistema somatosensorial), además de mejorar la calidad de vida de los pacientes al incrementar su apetito y sueño, así como reducir de náuseas y ansiedad. Su investigación estuvo enfocada en cáncer, por lo que su vía de administración ideal fue a través de líquidos y aerosoles que se absorben a través de la mucosa, ya que para producir apoptosis (la destrucción de células cancerígenas) los niveles de THC son difíciles de administrar por otras vías. Aun así, pacientes con crisis convulsivas han encontrado en el cannabis vaporizado una solución inmediata para crisis epilépticas debido al efecto inmediato de esta vía de administración.

En este sentido, el doctor Mariano García de Palau, médico que trabaja desde hace 8 años asesorando tratamientos con cannabinoides y actual investigador en Kalapa Clinic, afirma que “si hacemos una correcta vaporización, ya sea con un vaporizador de productos herbales o un cigarrillo electrónico —lo que implica que se está consumiendo un producto de calidad— podemos reducir un 80 por ciento el riesgo del consumo”, y agrega que de manera adecuada, este método puede funcionar incluso para enfermedades que involucran las vías respiratorias: “Incluso una persona con cáncer de pulmón, si lo hace de manera correcta, puede vaporizar y puede usar un cigarrillo electrónico”, afirma.

Diferencias entre cigarrillos electrónicos y vaporizadores

Dentro de la vaporización como método de administración podemos encontrar diferentes tecnologías que permiten inhalar los compuestos del cannabis sin combustión; las principales son los vaporizadores y los cigarrillos electrónicos. Un vaporizador es un dispositivo que sirve para administrar cannabinoides y terpenos directamente de la yerba o extracto, sin que haya combustión. Suelen contener una cámara para colocar el material a vaporizar a través de conducción o convección (más adelante abordaremos los diferentes tipos de vaporizadores).

Por otro lado, los cigarrillos electrónicos constan de una batería a la que se enchufa un cartucho que contiene un aceite, destilado o un e-liquid (que no contienen cannabis, sino saborizantes con nicotina u otros compuestos similares al tabaco). Este líquido está compuesto de un extracto que puede o no contener diluyentes como propilenglicol o glicerina vegetal en diferentes proporciones para darle la textura líquida o viscosa. De acuerdo con el doctor García de Palau, el problema con el consumo de cigarrillos electrónicos reside en los diluyentes que se utilizan para mezclar el extracto de nicotina o de marihuana, y no con el hecho de vaporizar marihuana usando esta tecnología. “Todo lo que no sea propilenglicol, cuidado, porque implica riesgos para la salud. He visto cartuchos que utilizan Tocoferol puro como diluyente preparar los e-liquids, en lugar de propilenglicol. Eso sumado a meter extractos probablemente contraminados con solventes, ha generado un problema que ha dejado cerca de 50 muertes. De ahí viene el EVALI, la enfermedad pulmonar aguda por consumo de e-liquid”, advierte.

Cómo saber si estás vaporizando correctamente

Aunque la vaporización reduce los daños asociados al consumo de cannabis, hay que considerar que el hecho de usar un vaporizador no necesariamente significa que se está consumiendo de manera adecuada. Algunos vaporizadores pueden superar la temperatura de combustión espontánea de la celulosa al calentar la planta por encima de los 230⁰ C, lo que genera residuos similares a los de la combustión.

Por esto, al momento de vaporizar se consideran diferentes factores para reducir daños y conseguir el mayor beneficio de este método de administración:

*Temperatura: Como han demostrado diferentes estudios, las temperaturas óptimas para la vaporización de cannabis se encuentran entre los 180 y 200 grados centígrados, y al superar los 230 grados comienzan a producirse combustión y toxinas.
*Método de calentamiento: Pueden ser por conducción (las paredes de la cámara de vaporización transfieren directamente el calor) o por convección (aire caliente circulando a través de la planta). Hay vaporizadores electrónicos que combinan ambos métodos.
*Frecuencia, duración y número de inhalaciones: Se asocia con cada cuánto tiempo y cuánto duran las inhalaciones.
*Flujo e intensidad de la inhalación: Tanto la frecuencia como el flujo de inhalación dependen del usuario, y entre mayor sea la intensidad, frecuencia y duración, mayor irritación se provoca en las vías respiratorias.


Vaporizar permite apreciar mejor los sabores originales de la yerba

El doctor Mariano García de Palau asegura que lo mejor es usar yerba fresca para vaporizar: “Es mejor vaporizar con hierba que esté húmeda, entre 60 y 75% de humedad, porque cuando la hierba está húmeda, vaporizamos el agua que tiene la hierba. Si la mota está muy seca, se puede quemar y producir las toxinas propias de la combustión”, asegura, y agrega que este método permite además disfrutar los matices de cada flor. “Cuando estamos quemando, ya no tenemos el sabor original de las moléculas y terpenos del cannabis. El que quiere disfrutar los sabores completos de la planta recurre a un vaporizador”.

Tipos de vaporizadores

Considerando que para lograr una vaporización adecuada hay que tomar en cuenta las variables mencionadas, es lógico que haya tecnologías que se acerquen más al consumo adecuado que otras. El vaporizador adecuado no solo dependerá de los gustos del usuario, sino de factores como la calidad y la seguridad que pueden ayudar tanto a explorar sabores y olores como a prevenir daños asociados a una mala vaporización. En este sentido, existen diferentes clasificaciones para dividir los vaporizadores, dependiendo del material a vaporizar, su portabilidad, la calidad de sus materiales de fabricación y la tecnología que utilizan para vaporizar.

Materiales

Antes de entrar en detalles sobre el producto a vaporizar o la tecnología de los vaporizadores, hay que dejar claro que sin importar el fin o forma del vaporizados que se busca, es importante tomar en cuenta los materiales con los que están fabricados, ya que algunos materiales propios de los vaporizadores pueden afectar la salud de los usuarios.
Hay que considerar que los materiales con los que esté fabricado un buen vaporizador debe ser resistente a altas temperaturas, limpio y duradero. Dichos materiales deben evitar principalmente la formación de gases tóxicos al usuario y el desprendimiento de compuestos sólidos. Es recomendable revisar que las piezas del vaporizador que entran en contacto con la yerba/extracto y el vapor estén fabricadas de materiales inocuos como cerámica, titanio, cristal de borosilicato, cristal de cuarzoacero de grado quirúrgico o hasta aleaciones de oro.

Vaporizadores de flor, extracto o duales

El primer factor a considerar al momento de elegir un vaporizador es el uso que se le quiere dar, es decir, si lo que se busca es vaporizar flores o extractos de marihuana. Se debe considerar que al momento de vaporizar un extracto, se busca calentar la cámara que entra en contacto con la sustancia para ser inhalada (es decir, por conducción). Por otro lado, al momento de vaporizar una planta, lo preferible es que el material caliente no entre en contacto con la flor para no desgastar o destruir sus componentes, por lo que lo ideal es que se utilice un vaporizador de convección, que caliente el aire en un compartimiento alejado de la cámara donde se deposita la flor para que solo el aire caliente entre en contacto con esta para extraer sus cannabinoides y terpenos.

Vaporizadores de mesa o portátiles

Aunque la imagen reciente de un vaporizador se asocia con pequeños aparatos de bolsillo pensados para el consumo individual y discreto de marihuana, desde hace años existen vaporizadores de mesa: poderosas máquinas que permiten extraer grandes cantidades de vapor de cannabis a temperaturas precisas para ser depositadas en una bolsa que puede ser compartida entre varias personas. Por otro lado, si lo que se busca es un instrumento para consumir en cualquier lugar y momento, sin la necesidad de estar conectado a la corriente, los vaporizadores portátiles cuentan con una gama gigantesca de figuras y tamaños, dependiendo si se busca algo discreto o algo efectivo y preciso.


Los vaporizadores portátiles pueden ser muy discretos y elegantes

De conducción, convección o análogo

Como se mencionó anteriormente, existen diferentes tecnologías aplicadas para elevar la temperatura de las flores y extractos de cannabis para activar y vaporizar sus componentes activos. Pero además de la conducción —método que calienta la cámara que contiene la sustancia a vaporizar— y la convección —que busca transportar aire caliente a la cámara sin calentarla directamente—, también existen vaporizadores análogos que no requieren de energía eléctrica o baterías para funcionar. Estos consisten en piezas de vidrio o metal grado quirúrgico que se calientan con un encendedor tipo soplete (de antorcha), sin que el fuego contacte la materia vegetal, para calentar la cámara y liberar vapor al ser inhalado.

Qué buscar en un vaporizador

La experiencia de vaporizar cannabis va más allá de la reducción de daños. Desde ser una forma de consumo que ha permitido a miles de usuarios consumir cannabis en zonas donde sigue siendo criminalizado, hasta una ciencia en constante desarrollo en una búsqueda eterna por extraer los mejores olores, sabores y texturas de la marihuana al tiempo que conservan sus cannabinoides y terpenos a la perfección.

De acuerdo con Juan Pablo Ibarra, activista cannábico mexicano y director operativo de Vapotlán, vaporizar de manera adecuada permite percibir los aromas y texturas de la marihuana incluso más que al fumarla. Sin embargo, agrega, en la actualidad abundan aparatos que más que vaporizar, calientan el producto al punto de la combustión, lo que además de generar toxinas degrada el sabor y los compuestos activos del producto, limitando la experiencia de consumo. En la actualidad existen opciones para personas que quieren incursar en el mundo de la vaporización como para aquellos que quieren perfeccionar la experiencia del vapor como método de administración. Juan Pablo recomienda que además de considerar si se quieren vaporizar flores o extractos, es importante prestar atención a la calidad del vaporizador, así como leer reseñas, revisar la duración de la batería, su portabilidad, los controles de temperatura, accesorios y funciones adicionales para encontrar aquel que cumpla con las especificaciones precisas que cada usuario requiera.

La vaporización apenas comienza. Cada día se publican nuevas investigaciones que advierten sobre los beneficios del cannabis y la vaporización como método saludable e inmediato de administración, así como de los riesgos de su mal empleo, sustancias tóxicas usadas como solventes y las prácticas correctas al momento de consumir con vapor. Al tener un control preciso de temperaturas y evitar la combustión, con un uso prudente la vaporización permite degustar los sabores de la marihuana sin los riesgos de producir toxinas, por lo que Juan Pablo recomienda que para evitar daños, se compruebe la calidad del material a vaporizar (puedes consultar la Guía para saber si tu marihuana es de calidad). De esta manera, entre mayor sea la información con la que cuentan los usuarios de cannabis, tanto en la calidad de sus productos como en las diferentes vías y métodos de administración, con mayor conciencia y responsabilidad podremos relacionarnos con nuestras drogas, con nuestras plantas y con nuestro entorno.

Si te quedan dudas de cómo empezar a vaporizar, puedes consultar la Guía para elegir tu primer vaporizador de hierba 🌿​ o bien la Guía para elegir tu primer vaporizador de extractos o wax 🍯

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